Estaremos como los arrebatos que de niños siempre tuvimos.
Estaremos bajo el sol y la lluvia,
presentes, constantes,
y a veces... Fugaces.
He compartido contigo mis sueños, me he trasnochado charlando contigo. Me conoces, me conoces bien; aun quizás sin haberme visto nunca y cada vez que miro el atardecer, recuerdo que tal vez, si Dios lo quiere, cuando miro el horizonte hacia tu dirección por un instante estaremos mirando lo mismo.
Eres mi primer y ultimo recurso. Hacia donde corro en el temor, en la penumbra, en la oscuridad y en la felicidad. Esa alma mía que nació y creció siempre fuera de mi. Ese igual, ese sin par mas que en la complicidad de nosotros.
Confidente, compañero, colega, espiritista, terapeuta, editor, consejero, escucha... Mas de lo que puedo describir con palabras. Ese mensaje que nunca sobra, que llega en el momento justo... Que está, aunque no lo sepa.
Y aunque nos separen miles de kilómetros, estoy segura, de que vivos o muertos, algún dia, en algún lugar, en esta o en otra vida, en este o en otro espacio... Estaremos.
¿Cuanto ha pasado? 7 años? A veces me parecen más, desde ese
día en que las casualidades nos presentaron, a veces, recuerdo tantas
desveladas, tantos sueños que nos contamos, y otras veces, sencillamente anhelo
menos distancia entre nosotros.
Hoy son tan difíciles las cosas aquí, sin empleo, ni
estudio, el país se cae a pedazos, y nada más que una maleta llena de sueños y
un par de botas gastadas con las que seguir caminando, siempre adelante, sin
mirar atrás lo que he dejado.
Cada uno cuenta cada vez que puede lo mal o bien que se
siente, pero siempre queda ese sin sabor, ese pequeño vacío, como cuando se te
ocurre hacer algo y espontáneamente olvidas que era, siempre un “algo más”, “algo
falta”.
Tantas cosas quiero decirte, pero al intentar relatarte mi día,
se abre de nuevo el laberinto de mi mente, en donde me pierdo en los rincones
oscuros, lleno de soledades, de desengaños, de vacíos existenciales, lugares
que intento llenar con sueños nuevos, y pedazos de algunos viejos, con escusas
y auto-engaños, alumbrando el camino con una sonrisa a la que se le terminan
las baterías.
Entre tanto y tanto hay nuevas noticias, a veces tontas, a
veces escusas, a veces ciertas, a veces nada. Es que la distancia que
compensamos con palabras es tan grande que a veces no sé cómo llenarla sin
pensar que algo se perderá en el camino.
Hoy hay música en mi cabeza, en mis dedos, en las cuerdas de
mi vieja guitarra, paréntesis temporal que excluye un par de minutos de mi caos
y suaviza mis angustias, solo un poco más, y nada más.
Hoy me enoje mucho, hubo gritos y mi corazón ardió en furia,
estas emociones acumuladas solo necesitan una gota más de discordancia para
explotar como un volcán que solo sabe dañar cuanto encuentra a su paso, hasta
que las aguas se calman, y todo vuelve a ser serenidad y agonía en silencio.
A veces pierdo el camino, a veces tu mano me ayuda a
recuperarlo, a veces prefiero vagar solo en la oscuridad por un rato
Para responder a esta pregunta, primero, considero, debemos
tomar en cuenta el siguiente video:
La realidad, es una construcción social, por tanto, mi
realidad, lo que percibo y que a su vez me afecta o no, es el resultado de las
interacciones sociales que intervienen en mis experiencias diarias. Considero,
que cada ser humano, es, principalmente, la combinación perfecta y única de
pequeñas partes que hemos tomado de quienes nos rodean.
Si me preguntan quién soy… soy el carácter
de mi madre, soy el altruismo de mi padre, soy la alegría de mi hijo, la nobleza de mi pareja, la
espontaneidad de mi mejor amigo, soy la poesía de mi mejor amiga, soy todo lo
que a los largo de mi vida he “recolectado”, con el único toque de personalidad
que llevo de manera innata. Soy la niña que nunca aprendió a andar en
bicicleta, soy la mezcla de los personajes de cada libro que he leído, soy el
mejor café que bebí y todas las canciones que canté.
Soy yo y el gran amor que siento por mi, por la vida, por quienes me rodean y por los mas pequeños y simples placeres de la vida que tanto me llenan.
Todos buscamos en algún momento esta
respuesta y sin duda, es difícil encontrar una con la que estemos totalmente de
acuerdo y eso es, en parte, porque cada día nos conocemos un poco más, o
identificamos “piececitas” que hemos tomado de quién sabe dónde, quién sabe cuándo.
Podría esta también ser la razón de admirar a quien admiramos, de imitar
siempre a los miembros de nuestros grupos, bien para encajar, bien para
completarnos.
Creo que son esos cambios los que la
sociedad llama “madurar”.
Es posible que pueda
cambiar mi forma de ser, por supuesto que sí, cambiamos todos
los días, nos cambian las nuevas ideas que escuchamos, la gente con la que
convivimos, las experiencias que tenemos, hasta el arte que admiramos, aun
cuando este último no pareciera decirnos nada, pero provoca tanto…
Cambiamos. Siempre cambiamos. Si es a
voluntad o no, es diferente. Creo que involuntariamente siempre lo hacemos, aun
sin darnos cuenta, pero querer cambiar una idea, un prejuicio, un hábito… eso sí,
vaya que es difícil. Más aun cuando hemos invertido tiempo y esfuerzo en
reforzar las ideas y comportamientos; anidándolos bien, sujetándolos a las
conexiones neuronales que nos lo permitan, etc.
Ahora bien, si libramos esa batalla
deberemos enfrentarnos a una más. La batalla que nuestros semejantes nos
proveen. ¿Qué pensarán de mi si cambio?, ¿me seguirán aceptando en su grupos?, “¿por
qué lo hiciste?”, “¿de verdad piensas eso?”, “¿Crees que está bien?”, etc.
Sin duda esto pesa, y mucho. Nuestra
necesidad constante de socialización nos hace adoptar ideas y acciones que jamás
han nacido de nosotros y de igual forma, dejar aquellas que podrían no ser
agradables para el ambiente al que deseamos pertenecer. Es imposible dejarlo de
lado. El video que mencioné antes habla del efecto Pigmalión… llegar a ser lo que los demás esperan que sea.
Y es así como vamos formando nuestra
identidad, tantas identidades como necesitemos, dependiendo del ambiente. O más
bien, una sola identidad con muchas caras y matices.
¿Tú quién eres? y mas importante aun... ¿porqué lo eres?